Eduardo
Amigo mío, ahora que todo ha terminado, tengo la necesidad, de desocupar este peso que llevo dentro.
Antes si me hubieran preguntado sobre mi moralidad, me hubiera declarado un hombre totalmente recto, incapaz ni de fallar en su palabra, con una estima tan alta de mi y mis capacidades, que el sólo hecho que alguien dudara de mí sería una ofensa imperdonable, pero la vida se ha encargado de doblegar mi orgullo, se ha encargado de que yo vea, lo frágil que es la naturaleza humana y como en algunas ocasiones, las pasiones nos lideran.
Apenas recuerdo como mi vida cambió tan repentinamente, como estando tan
Felizmente enamorado, con una vida llena de trabajo y confianza en mi a sido el destino capaz de envolverme en semejante charada.
Mi esposa, Flor era una de las damas más bellas, de la región desde jóvenes cuando nos enamoramos, supimos que nuestros destinos serian estar siempre juntos, unidos, luchado por una vida plena para nosotros y para todos, nuestro deseo era ayudar siempre a quien más lo necesitara y nuestro trabajo por la aldea siempre reflejo nuestro amor, cariño y profundo compromiso, con nosotros y con los demás.
Nunca dude de mis sentimiento por ella o de lo que ella pudiera sentir por mí; hasta ese momento en que descubrí torpemente lo que sucedía; llegue a casa temprano, por que no pude concretar una reunión con un amigo, empuje la puerta del salón y allí estaba ella feliz, abrazada por el Doctor Gabriel, apenas podía creerlo Gabriel mi mejor amigo, un puñado de espinas de rosa de introdujo en mi corazón en ese momento, me mordí los labios hasta hacérmelos sangrar, y mis puños cerrados para contener la ira, me debatía entre entrar y no entrar, decía hacer justicia en ese momento pues sentía mi honor profanado, pensaba solamente en derramar sangre, pero algo dentro de mi corazón gritaba y ansiaba estar equivocado, corrí afuera, corrí y corrí y recuerdo no haberme detenido hasta estar ya muy lejos; Creí que escaparía de mis pensamiento de mis sentimientos pero no fue así, no logré borrar aquella infame imagen de mi mente; me lance al suelo golpeando fuertemente el suelo tratando de descargar todo el odio que llevaba dentro con la tierra, con el cielo, con la vida, el consuelo no llegó, después de horas de ira y de llanto como de bebe, logre encontrar un punto en el que la furia me controlaba.
Caminé de regreso a casa aquel camino, me pareció el más largo que caminara nunca, cada paso era una terrible duda que tomaba mi mente, no debí salir, tuve que enfrentarlos, desde cuando se verían a mis espaldas, me dejaría, hubo más hombres, por Dios, no podía su mente pasarle más malas jugadas; sería este nuevo amor el que la tenía tan radiante, tan feliz, estos últimos días la había sorprendido en repetidas ocasiones cantando por los rincones, probándose nuevas telas cambiarias de vestuario le había dicho, cada vez entendía más, cada vez entendía menos, las mañanas apesadumbrada que no quería salir de la cama, será que ya no quería su compañía, y como notar que en estos días no había ni tomado el desayuno con él, eso era sin duda, ya no quería ni estar cerca de él.
Entré a casa y allí estaban en el salón; juntos como si nada pasara entre ellos como viejos amigos que comparten un té, la furia se apodero de mí.
Cariño, amor mío- se lanzó a mis brazos como si esperara mi aparición; me beso los labios y aquel beso por primera vez me supo a la miel más amarga, la aparté y lance mi mirada y todo mi odio contra Gabriel, él me sonrió y se apresuró a abrazarme, --Amigo, hace días no nos veía, tengo tantas cosas de saber como estas, dime leíste aquel libro que te preste?.
No pude contenerme más lo lance por el aire, asombrado en el suelo, flor fue a su ayuda, -que pasa contigo amor- me miraba asustada mientras ayudaba a levantarse a Gabriel-
Como se atreven, como pueden tratarme como si nada pasara entre ustedes, creen que esta farsa siempre podrán mantenerla, ya no se birlaran más de mí, traidores- mientras propinaba mis gritos, lance con un golpe a Flor a un lado, pues corría a sujetarme, y no lo permitiría,
Que haces me detuvo Gabriel, no la toques trato de protegerla con su cuerpo y más furia me dio, lo golpee en el rostro, tenía de mi parte no sólo mi gran tamaño respecto a Gabriel, sino todos los demonios que en ese momento me poseían, se levanto y trato de protegerse, --No me defenderé de ti que pasa, explícame no te dejare tratarla así por Dios detente,
En ese momento mi rabia me dominó, lo tome entre mis manos y apreté su cuello tan y tan fuerte hasta que sentí como lo abandonaba la vida, golpee su cabeza contra el suelo, por que me daba por mal pagado con el dolor que llevaba dentro.
Te has vuelto loco- trataba Flor desesperada de quitarme las manos del cuello de Gabriel, entre tanto y tanto trataba de ahogar los hilos de vida de Gabriel había golpeado a Flor lejos de mí con igual fuerza, y no fue hasta que terminé con él, que me dí cuenta que ella había caído y se había golpeado la cabeza en el pico del hogar, sangraba mucho cuando me acerque y la sujete, la abrace, apenas me miró, apenas tenía vida en sus ojos, por que cariño, la cuestione, porque,--
Mientras la abandonaban sus vidas, ella me miraba—aún le pido al cielo que no haya entendido mis trastornos de aquella tarde, que en su último aliento no entendiera mi estupidez.—Amor,--me dijo—Gabriel quiso acompañarme para decirte, esta gran noticia, el no quiso perderse el momento en que te dijera que nuestro amor sería bendecido, con un hijo, temprano vino, y en un abrazo, me dijo cuan feliz te aria saberlo, me dijo cuan feliz era por nosotros—Sonrió—Amor nuestro amor a dado fruto, me miro a los ojos, pero la vida de mi hijo y mía ahora me abandonan.
Mi mundo terminó en aquel instante; no preocupa ahora ser prisionero, o que mañana me quiten la vida, para pagar por aquello que nunca podré pagar; Eduardo hermano, no he querido confesarme, no he querido que un hombre me diga que Dios me perdonara, por que yo no me quiero perdonar, te escribo esta carta solamente para pedirte, que me ayudes a descansar junto a mi amada Flor, ya no espero gozar junto a ella mi eternidad.
La mañana era fría pero más frío estaba el corazón de Andrés, ya no se permitía sentir nada, era mejor así, no había nadie en la plaza, la gente, aún no podía entender que había sucedido aquella tarde, pero el respeto por el amor entre Andrés Flor era tan grande que incluso ante la situación, nadie se hizo presente.
Estaban sólo el verdugo, y Eduardo con su amigo, quería que lo viera para que supiera que haría realidad aquel deseo que le había pedido, en la mano unas rosas blanca las preferidas de Flor..
La soga en el cuello, más que dolor, le daba descansó, quería sacarse de su mente los ojos llenos de amor con que su amada le mirara por ultima vez.
Todo terminó—escuchaba una dulce voz en la lejanía, no podía creer la paz que su corazón sentía ahora, veía y no veía, podía escuchar sin haber sonido, pero la paz que lo rodeaba y lo que podía sentir.—Amor no temas ven a mi lado era la dulce voz de Flor, ven a mi lado; para yo amarte eternamente.
Lo real lo verdadero, nunca morirá...:D
Amigo mío, ahora que todo ha terminado, tengo la necesidad, de desocupar este peso que llevo dentro.
Antes si me hubieran preguntado sobre mi moralidad, me hubiera declarado un hombre totalmente recto, incapaz ni de fallar en su palabra, con una estima tan alta de mi y mis capacidades, que el sólo hecho que alguien dudara de mí sería una ofensa imperdonable, pero la vida se ha encargado de doblegar mi orgullo, se ha encargado de que yo vea, lo frágil que es la naturaleza humana y como en algunas ocasiones, las pasiones nos lideran.
Apenas recuerdo como mi vida cambió tan repentinamente, como estando tan
Felizmente enamorado, con una vida llena de trabajo y confianza en mi a sido el destino capaz de envolverme en semejante charada.
Mi esposa, Flor era una de las damas más bellas, de la región desde jóvenes cuando nos enamoramos, supimos que nuestros destinos serian estar siempre juntos, unidos, luchado por una vida plena para nosotros y para todos, nuestro deseo era ayudar siempre a quien más lo necesitara y nuestro trabajo por la aldea siempre reflejo nuestro amor, cariño y profundo compromiso, con nosotros y con los demás.
Nunca dude de mis sentimiento por ella o de lo que ella pudiera sentir por mí; hasta ese momento en que descubrí torpemente lo que sucedía; llegue a casa temprano, por que no pude concretar una reunión con un amigo, empuje la puerta del salón y allí estaba ella feliz, abrazada por el Doctor Gabriel, apenas podía creerlo Gabriel mi mejor amigo, un puñado de espinas de rosa de introdujo en mi corazón en ese momento, me mordí los labios hasta hacérmelos sangrar, y mis puños cerrados para contener la ira, me debatía entre entrar y no entrar, decía hacer justicia en ese momento pues sentía mi honor profanado, pensaba solamente en derramar sangre, pero algo dentro de mi corazón gritaba y ansiaba estar equivocado, corrí afuera, corrí y corrí y recuerdo no haberme detenido hasta estar ya muy lejos; Creí que escaparía de mis pensamiento de mis sentimientos pero no fue así, no logré borrar aquella infame imagen de mi mente; me lance al suelo golpeando fuertemente el suelo tratando de descargar todo el odio que llevaba dentro con la tierra, con el cielo, con la vida, el consuelo no llegó, después de horas de ira y de llanto como de bebe, logre encontrar un punto en el que la furia me controlaba.
Caminé de regreso a casa aquel camino, me pareció el más largo que caminara nunca, cada paso era una terrible duda que tomaba mi mente, no debí salir, tuve que enfrentarlos, desde cuando se verían a mis espaldas, me dejaría, hubo más hombres, por Dios, no podía su mente pasarle más malas jugadas; sería este nuevo amor el que la tenía tan radiante, tan feliz, estos últimos días la había sorprendido en repetidas ocasiones cantando por los rincones, probándose nuevas telas cambiarias de vestuario le había dicho, cada vez entendía más, cada vez entendía menos, las mañanas apesadumbrada que no quería salir de la cama, será que ya no quería su compañía, y como notar que en estos días no había ni tomado el desayuno con él, eso era sin duda, ya no quería ni estar cerca de él.
Entré a casa y allí estaban en el salón; juntos como si nada pasara entre ellos como viejos amigos que comparten un té, la furia se apodero de mí.
Cariño, amor mío- se lanzó a mis brazos como si esperara mi aparición; me beso los labios y aquel beso por primera vez me supo a la miel más amarga, la aparté y lance mi mirada y todo mi odio contra Gabriel, él me sonrió y se apresuró a abrazarme, --Amigo, hace días no nos veía, tengo tantas cosas de saber como estas, dime leíste aquel libro que te preste?.
No pude contenerme más lo lance por el aire, asombrado en el suelo, flor fue a su ayuda, -que pasa contigo amor- me miraba asustada mientras ayudaba a levantarse a Gabriel-
Como se atreven, como pueden tratarme como si nada pasara entre ustedes, creen que esta farsa siempre podrán mantenerla, ya no se birlaran más de mí, traidores- mientras propinaba mis gritos, lance con un golpe a Flor a un lado, pues corría a sujetarme, y no lo permitiría,
Que haces me detuvo Gabriel, no la toques trato de protegerla con su cuerpo y más furia me dio, lo golpee en el rostro, tenía de mi parte no sólo mi gran tamaño respecto a Gabriel, sino todos los demonios que en ese momento me poseían, se levanto y trato de protegerse, --No me defenderé de ti que pasa, explícame no te dejare tratarla así por Dios detente,
En ese momento mi rabia me dominó, lo tome entre mis manos y apreté su cuello tan y tan fuerte hasta que sentí como lo abandonaba la vida, golpee su cabeza contra el suelo, por que me daba por mal pagado con el dolor que llevaba dentro.
Te has vuelto loco- trataba Flor desesperada de quitarme las manos del cuello de Gabriel, entre tanto y tanto trataba de ahogar los hilos de vida de Gabriel había golpeado a Flor lejos de mí con igual fuerza, y no fue hasta que terminé con él, que me dí cuenta que ella había caído y se había golpeado la cabeza en el pico del hogar, sangraba mucho cuando me acerque y la sujete, la abrace, apenas me miró, apenas tenía vida en sus ojos, por que cariño, la cuestione, porque,--
Mientras la abandonaban sus vidas, ella me miraba—aún le pido al cielo que no haya entendido mis trastornos de aquella tarde, que en su último aliento no entendiera mi estupidez.—Amor,--me dijo—Gabriel quiso acompañarme para decirte, esta gran noticia, el no quiso perderse el momento en que te dijera que nuestro amor sería bendecido, con un hijo, temprano vino, y en un abrazo, me dijo cuan feliz te aria saberlo, me dijo cuan feliz era por nosotros—Sonrió—Amor nuestro amor a dado fruto, me miro a los ojos, pero la vida de mi hijo y mía ahora me abandonan.
Mi mundo terminó en aquel instante; no preocupa ahora ser prisionero, o que mañana me quiten la vida, para pagar por aquello que nunca podré pagar; Eduardo hermano, no he querido confesarme, no he querido que un hombre me diga que Dios me perdonara, por que yo no me quiero perdonar, te escribo esta carta solamente para pedirte, que me ayudes a descansar junto a mi amada Flor, ya no espero gozar junto a ella mi eternidad.
La mañana era fría pero más frío estaba el corazón de Andrés, ya no se permitía sentir nada, era mejor así, no había nadie en la plaza, la gente, aún no podía entender que había sucedido aquella tarde, pero el respeto por el amor entre Andrés Flor era tan grande que incluso ante la situación, nadie se hizo presente.
Estaban sólo el verdugo, y Eduardo con su amigo, quería que lo viera para que supiera que haría realidad aquel deseo que le había pedido, en la mano unas rosas blanca las preferidas de Flor..
La soga en el cuello, más que dolor, le daba descansó, quería sacarse de su mente los ojos llenos de amor con que su amada le mirara por ultima vez.
Todo terminó—escuchaba una dulce voz en la lejanía, no podía creer la paz que su corazón sentía ahora, veía y no veía, podía escuchar sin haber sonido, pero la paz que lo rodeaba y lo que podía sentir.—Amor no temas ven a mi lado era la dulce voz de Flor, ven a mi lado; para yo amarte eternamente.
Lo real lo verdadero, nunca morirá...:D

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