Rodrigo estaba furioso; venía a buscar a su amigo José a contarle lo que acababa de enterarse lo que rosa acababa de decirle por medio de una carta, al final lo que tanto temían estaba sucediendo, al final la avaricia de Don Simón –El padre de Rosa—terminó separándolos.
José, por fin te encuentro,--Gritó Rodrigo al entrar en la taberna—llevo todo la mañana buscándote, necesito hablarte; necesito que me cuentes sobre tu amigo el coronel, sobre su ejército, que me digas donde le encuentro y que me hagas una carta recomendándome a su servicio.
Para , despacio---Miraba con los ojos cuadrados por el asombro a su amigo, aquella palidez y angustia nunca antes se la había notado en el rostro—cuéntame que ha sucedido, y cuéntame porque querrías unirte a un ejército, con una causa que no es la tuya, y tu amor, y tu vida con rosa?
Nada ya todo terminó—Bajo la mirada mientras apresuraba a tomarse la jarra de cerveza que tenía su amigo servida frente a él---su padre –Golpeó la mesa con la jarra ya vacía—le ha dado su mano a Don Diego de Montes, y como supones contra su dinero yo no puedo ni soñar, en competir.
Amigo, y te darás por vencido por eso y ella que piensa al respecto, creí que sus afectos eran para ti?—José siempre había sido soñador, escritor y poeta, no era un hombre práctico, siempre defendía el cariño y los ideales, los sueños, Rodrigo sin duda amaba a Rosa, pero era consciente que a su lado no tendría una vida fácil, mientras fueron jóvenes y crecieron juntos el cariño que ambos se tenían había sido inocentemente bendecido, sin embargo cuando Rosa creció, y se convirtió en una de a Damas más bellas del Reino, el comprendió que ella nuca sería para él, nunca competiría con todos esos viejos, llenos de años y dinero que la pretenderían para mostrarla como una más de sus posesiones.
No lo sé dijo Rodrigo---mientras le extendía una carta a José para que la leyera—
La carta estaba escrita en un pequeño papel con letra adornada y un exquisito
Perfume, que no dejaban duda era la carta de una dama
Rodrigo
Ayúdame; mi padre aceptó la pedida de mano de Don Diego, vendrá en una semana por mí y me llevará a su casa, por favor no dejes que mi vida, sea una vida vacía y si amor
Es hora de tomar una desición
Rosa
JAJAJAJ---José lanzó una carcajada enorme al aire, y dio una palmada a su amigo en la espalda; --Esa chica es más valiente que Tú, y por sus palabras me parece que está más decidida a permanecer a tu lado, que tú a luchar por ella..Amigo si no la quieres a tu lado será mejor que se lo digas antes de que haga una tontería.
Rodrigo levantó asustado los ojos y los clavo fríamente en los ojos de José---Crees que haga alguna tontería?---
No lo sé, sin duda es algo que deberías tú saber mejor que yo, ahora amigo, debes decidirte si quieres permanecer a su lado, o si no será yo mismo quien te lleve aquel ejercito, antes de perjudiques a la niña.
Rodrigo no dijo más palabra; continuó en silencio el resto de la velada, y todo el camino a su tierra ni siquiera se atrevía a levantar la mirada del suelo, seguramente por temor a encontrarse consigo mismo, con aquella decisión que estaba tomada, y no quería darse por enterado.
Su tierra, era pequeña, a lo lejos se veía una casita pequeña con el marco de sus campos recién sembrados, la casa la había construido su padre para su madre cuando le esperaban, era apenas una casucha, pero con el hogar siempre encendido y la protección para una familia, luego de que sus padres murieran de una extraña fiebre él se había encargado siempre de cultivar y cuidar de todo, el se sabía un hombre de bien, capaz de hacer feliz a cualquier mujer, sin embargo cuando de amar a alguien se trata a veces , prefieres verle perdido, si le ves mejor.
Entró en su casa que de repente le parecía más pequeña y pobre que nunca, se agachó para encender el hogar, estaba tan distraído en sus cosas que no observó la figura delgada que estaba sentada en una silla esperándole cuando volteó ella ya se encontraba de pie detrás de él
Sobresaltado, angustiado y con apenas respiración para decir algo; pronunció su nombre—Rosa-
Ella sonrió—y le dijo—No sé si te llegó mi carta—No fuiste por mí y no quise esperar---
El volteo para no mirarla de frente—Si recibí tu carta, debiste entender mi respuesta al no tener alguna,
Ella se asombró por lo que escuchaba, no creía que fuera posible que él le dijera esto—Entonces, es que no quieres estar a mi lado—Lo sujeto del brazo y lo volteo, al menos ten el valor de mirarme de frente mientras me lo dices—Le dijo mientras le clavaba su mirada que en ese momento no eran más que puñales en el corazón de Rodrigo---
Se volteó hacia ella, pero necesitó morderse los labios para, mirarla fijamente, tener la vos firme y decirle---
Rosa sabes que te quiero, pero también sabes, que no soy de los que piensan que el amor es suficiente para llenar una vida; creo que Don Rodrigo será un buen esposo para ti, creo que a ti y a tus hijos nunca les faltará nada, ha sido una buena decisión de parte de tu padre, ahora ven te llevaré a casa, antes de que noten que haces falta, no vaya tu padre a molestarse o tu futuro esposo a pensar que le has faltado.
Rosa no entendía, era como si de pronto le borraran todo lo que era conocido para ella, todo de lo que estaba segura, era como si de pronto ya no fuera el sol el que ilumina en el cielo y nada tuviera pies o cabeza, durante el camino de regreso no hizo más que mirar a Rodrigo desde su caballo, en el que la montó y sólo se limitó a tirar de la rienda, ni siquiera montó junto a ella como siempre lo había hecho, esta vez no podía abrazarse a él y escuchar su corazón, más veloz que el trote del caballo. Rodrigo por su parte, se limitó a tirar del caballo hasta el pueblo, no tuvo el coraje para montar con Rosa una última vez, si ella lo abrazaba, si sentía el roce de su piel cálida contra él, quizá no tendía el valor de devolverla a su padre.
Llegaban a la casa de Rosa en el momento en que su padre salía con hombres a buscarla.
Don Simón se apresuró a bajar a Rosa del caballo en cuanto la vio, se dirigió a Rodrigo y le propino un golpe en la cara que hizo que este empezara a sangrar, le había hecho una pequeña cortadura con el anillo en el labio—como se atreve embustero gritaba desaforadamente, que canallada es esta, presentarse a mi casa, con mi hija, a esta hora, no sabes que esta prometida a un noble caballero, como se atreve a abusar de la amistad y protección que siempre le ofrecí ,por el recuerdo que guardo de sus padres, lo miraba con ojos del mismo demonio—
Don Simón---Dijo Rodrigo mientras escupía su sangre y se tragaba su orgullo—Yo sólo quise acompañarla hasta aquí, para que nada malo le sucediera, sólo quería proteger su buen nombre discúlpeme, si no he hecho lo correcto—Montó en su caballo y mirando desde lejos como dejaba a Rosa en manos de sus padres con los ojos llenos de lágrimas, se alejó y volvió a su casa, no sólo con la cara rota, si no con el corazón destrozado.
Los días transcurrieron pronto y en el pueblo la gente comentaba de la buena fortuna de la joven al ser desposada por un noble caballero, de los preparativos, de las fortunas, por más que Rodrigo deseaba desaparecer y no escuchar nada siempre alguien hacia un comentario en su presencia y era como si le clavaran hierros candentes en el corazón.
Vamos casa amigo come con migo esta noche—Le dijo José—
No iré a casa y me embriagaré beberé como un loco para matarme a razón—le guiñó un ojo ---
Se disponía a montar a su caballo cuando miró una escena de la que hubiera preferido no ser testigo.
Don Simón y Don Diego caminaban por la calle de frente con las Damas Rosa y su madre tras de ellos Rosa volteo sin ninguna maldad a mirar a Rodrigo y sonrió instintivamente como toda su vida había podido hacerlo, sin embrago esta vez la mirada de aquel hombre intercepto la mirada inocente de Rosa y tomó su rostro por la barbilla de manera firme y le dijo, ---cuidado pequeña, cuidado donde pones tu mirada, o deberá seguirte mi espada—igual que miro a Rosa con un odio terrible, lanzo una mirada igual a Rodrigo, Rosa y su madre siguieron camino de la casa y los caballeros tuvieron un cruce de palabras.
Joven, es usted Rodrigo según tengo entendido, sólo permítame advertirle no acercarse a mi prometida hasta que nos vayamos, en dos días, sin duda será más sano para usted.
Como guste Señor—fue lo único que dijo Rodrigo—montó en su caballo y se fue—
A la mañana siguiente por cosas del destino Rodrigo entraba en la iglesia y Rosa salía mas cuando ella alzó su mirada para no tropezar con el caballero y sus ojos se encontraron con Rodrigo, se ajustó el velo y trato de seguir, tarde no podía ocultar lo que Rodrigo ya había visto, su rostro estaba marcado, marcado por un golpe-Que sucedió le dijo—Por qué no reconocía en ella la marca del anillo de su padre que él llevaba en la cara—Nada sonrió, mi mirada ha sido descuidada y mi futuro esposo me recordó donde no mirar—Debo irme le dijo, --Yo no puedo luchar sola por el cariño que quiero y tu Esto es lo que quieres para mí, --Siguió su camino y dejó a Rodrigo sangrando en el corazón por su herida—
José se tomaba una jarra de cerveza en la taberna, la gente del pueblo estaba agitada por los últimos acontecimiento, todos corrían de aquí para allá y no iban a ningún lado, sacó la carta que tenía en su bolsillo con lagrimas en los ojos la leyó una vez más,
José amigo
No me despido, porque no tengo tiempo; debo actuar ahora mismo, debo hacer lo que debí hacer en su momento, se que entenderás, y que estarás de mi lado, no puedo dejar ir lo mejor que me ha pasado, tal vez no tenga oro para cuidar de su amor, pero sin duda soy un hombre de honor y le daré el respeto y cariño que siempre ella ha merecido, me la llevare del pueblo en la madrugada antes de su boda, esto nos dará tiempo suficiente para huir, empezaremos de nuevo juntos y te aseguro amigo que seremos muy felices,
Tu amigo Rodrigo
José--Gritó Don Simón—Este se guardó la carta en el bolsillo---Sabes dónde está tu amigo
No Don Simón no lo sé—Le dijo José—Pero puedo asegurarle que donde este está con su hija y la está haciendo feliz—Le sonrió y levantó su copa en señal de brindis, el cual dirigía en la lejanía a su amigo Rodrigo y su amada Rosa.
José, por fin te encuentro,--Gritó Rodrigo al entrar en la taberna—llevo todo la mañana buscándote, necesito hablarte; necesito que me cuentes sobre tu amigo el coronel, sobre su ejército, que me digas donde le encuentro y que me hagas una carta recomendándome a su servicio.
Para , despacio---Miraba con los ojos cuadrados por el asombro a su amigo, aquella palidez y angustia nunca antes se la había notado en el rostro—cuéntame que ha sucedido, y cuéntame porque querrías unirte a un ejército, con una causa que no es la tuya, y tu amor, y tu vida con rosa?
Nada ya todo terminó—Bajo la mirada mientras apresuraba a tomarse la jarra de cerveza que tenía su amigo servida frente a él---su padre –Golpeó la mesa con la jarra ya vacía—le ha dado su mano a Don Diego de Montes, y como supones contra su dinero yo no puedo ni soñar, en competir.
Amigo, y te darás por vencido por eso y ella que piensa al respecto, creí que sus afectos eran para ti?—José siempre había sido soñador, escritor y poeta, no era un hombre práctico, siempre defendía el cariño y los ideales, los sueños, Rodrigo sin duda amaba a Rosa, pero era consciente que a su lado no tendría una vida fácil, mientras fueron jóvenes y crecieron juntos el cariño que ambos se tenían había sido inocentemente bendecido, sin embargo cuando Rosa creció, y se convirtió en una de a Damas más bellas del Reino, el comprendió que ella nuca sería para él, nunca competiría con todos esos viejos, llenos de años y dinero que la pretenderían para mostrarla como una más de sus posesiones.
No lo sé dijo Rodrigo---mientras le extendía una carta a José para que la leyera—
La carta estaba escrita en un pequeño papel con letra adornada y un exquisito
Perfume, que no dejaban duda era la carta de una dama
Rodrigo
Ayúdame; mi padre aceptó la pedida de mano de Don Diego, vendrá en una semana por mí y me llevará a su casa, por favor no dejes que mi vida, sea una vida vacía y si amor
Es hora de tomar una desición
Rosa
JAJAJAJ---José lanzó una carcajada enorme al aire, y dio una palmada a su amigo en la espalda; --Esa chica es más valiente que Tú, y por sus palabras me parece que está más decidida a permanecer a tu lado, que tú a luchar por ella..Amigo si no la quieres a tu lado será mejor que se lo digas antes de que haga una tontería.
Rodrigo levantó asustado los ojos y los clavo fríamente en los ojos de José---Crees que haga alguna tontería?---
No lo sé, sin duda es algo que deberías tú saber mejor que yo, ahora amigo, debes decidirte si quieres permanecer a su lado, o si no será yo mismo quien te lleve aquel ejercito, antes de perjudiques a la niña.
Rodrigo no dijo más palabra; continuó en silencio el resto de la velada, y todo el camino a su tierra ni siquiera se atrevía a levantar la mirada del suelo, seguramente por temor a encontrarse consigo mismo, con aquella decisión que estaba tomada, y no quería darse por enterado.
Su tierra, era pequeña, a lo lejos se veía una casita pequeña con el marco de sus campos recién sembrados, la casa la había construido su padre para su madre cuando le esperaban, era apenas una casucha, pero con el hogar siempre encendido y la protección para una familia, luego de que sus padres murieran de una extraña fiebre él se había encargado siempre de cultivar y cuidar de todo, el se sabía un hombre de bien, capaz de hacer feliz a cualquier mujer, sin embargo cuando de amar a alguien se trata a veces , prefieres verle perdido, si le ves mejor.
Entró en su casa que de repente le parecía más pequeña y pobre que nunca, se agachó para encender el hogar, estaba tan distraído en sus cosas que no observó la figura delgada que estaba sentada en una silla esperándole cuando volteó ella ya se encontraba de pie detrás de él
Sobresaltado, angustiado y con apenas respiración para decir algo; pronunció su nombre—Rosa-
Ella sonrió—y le dijo—No sé si te llegó mi carta—No fuiste por mí y no quise esperar---
El volteo para no mirarla de frente—Si recibí tu carta, debiste entender mi respuesta al no tener alguna,
Ella se asombró por lo que escuchaba, no creía que fuera posible que él le dijera esto—Entonces, es que no quieres estar a mi lado—Lo sujeto del brazo y lo volteo, al menos ten el valor de mirarme de frente mientras me lo dices—Le dijo mientras le clavaba su mirada que en ese momento no eran más que puñales en el corazón de Rodrigo---
Se volteó hacia ella, pero necesitó morderse los labios para, mirarla fijamente, tener la vos firme y decirle---
Rosa sabes que te quiero, pero también sabes, que no soy de los que piensan que el amor es suficiente para llenar una vida; creo que Don Rodrigo será un buen esposo para ti, creo que a ti y a tus hijos nunca les faltará nada, ha sido una buena decisión de parte de tu padre, ahora ven te llevaré a casa, antes de que noten que haces falta, no vaya tu padre a molestarse o tu futuro esposo a pensar que le has faltado.
Rosa no entendía, era como si de pronto le borraran todo lo que era conocido para ella, todo de lo que estaba segura, era como si de pronto ya no fuera el sol el que ilumina en el cielo y nada tuviera pies o cabeza, durante el camino de regreso no hizo más que mirar a Rodrigo desde su caballo, en el que la montó y sólo se limitó a tirar de la rienda, ni siquiera montó junto a ella como siempre lo había hecho, esta vez no podía abrazarse a él y escuchar su corazón, más veloz que el trote del caballo. Rodrigo por su parte, se limitó a tirar del caballo hasta el pueblo, no tuvo el coraje para montar con Rosa una última vez, si ella lo abrazaba, si sentía el roce de su piel cálida contra él, quizá no tendía el valor de devolverla a su padre.
Llegaban a la casa de Rosa en el momento en que su padre salía con hombres a buscarla.
Don Simón se apresuró a bajar a Rosa del caballo en cuanto la vio, se dirigió a Rodrigo y le propino un golpe en la cara que hizo que este empezara a sangrar, le había hecho una pequeña cortadura con el anillo en el labio—como se atreve embustero gritaba desaforadamente, que canallada es esta, presentarse a mi casa, con mi hija, a esta hora, no sabes que esta prometida a un noble caballero, como se atreve a abusar de la amistad y protección que siempre le ofrecí ,por el recuerdo que guardo de sus padres, lo miraba con ojos del mismo demonio—
Don Simón---Dijo Rodrigo mientras escupía su sangre y se tragaba su orgullo—Yo sólo quise acompañarla hasta aquí, para que nada malo le sucediera, sólo quería proteger su buen nombre discúlpeme, si no he hecho lo correcto—Montó en su caballo y mirando desde lejos como dejaba a Rosa en manos de sus padres con los ojos llenos de lágrimas, se alejó y volvió a su casa, no sólo con la cara rota, si no con el corazón destrozado.
Los días transcurrieron pronto y en el pueblo la gente comentaba de la buena fortuna de la joven al ser desposada por un noble caballero, de los preparativos, de las fortunas, por más que Rodrigo deseaba desaparecer y no escuchar nada siempre alguien hacia un comentario en su presencia y era como si le clavaran hierros candentes en el corazón.
Vamos casa amigo come con migo esta noche—Le dijo José—
No iré a casa y me embriagaré beberé como un loco para matarme a razón—le guiñó un ojo ---
Se disponía a montar a su caballo cuando miró una escena de la que hubiera preferido no ser testigo.
Don Simón y Don Diego caminaban por la calle de frente con las Damas Rosa y su madre tras de ellos Rosa volteo sin ninguna maldad a mirar a Rodrigo y sonrió instintivamente como toda su vida había podido hacerlo, sin embrago esta vez la mirada de aquel hombre intercepto la mirada inocente de Rosa y tomó su rostro por la barbilla de manera firme y le dijo, ---cuidado pequeña, cuidado donde pones tu mirada, o deberá seguirte mi espada—igual que miro a Rosa con un odio terrible, lanzo una mirada igual a Rodrigo, Rosa y su madre siguieron camino de la casa y los caballeros tuvieron un cruce de palabras.
Joven, es usted Rodrigo según tengo entendido, sólo permítame advertirle no acercarse a mi prometida hasta que nos vayamos, en dos días, sin duda será más sano para usted.
Como guste Señor—fue lo único que dijo Rodrigo—montó en su caballo y se fue—
A la mañana siguiente por cosas del destino Rodrigo entraba en la iglesia y Rosa salía mas cuando ella alzó su mirada para no tropezar con el caballero y sus ojos se encontraron con Rodrigo, se ajustó el velo y trato de seguir, tarde no podía ocultar lo que Rodrigo ya había visto, su rostro estaba marcado, marcado por un golpe-Que sucedió le dijo—Por qué no reconocía en ella la marca del anillo de su padre que él llevaba en la cara—Nada sonrió, mi mirada ha sido descuidada y mi futuro esposo me recordó donde no mirar—Debo irme le dijo, --Yo no puedo luchar sola por el cariño que quiero y tu Esto es lo que quieres para mí, --Siguió su camino y dejó a Rodrigo sangrando en el corazón por su herida—
José se tomaba una jarra de cerveza en la taberna, la gente del pueblo estaba agitada por los últimos acontecimiento, todos corrían de aquí para allá y no iban a ningún lado, sacó la carta que tenía en su bolsillo con lagrimas en los ojos la leyó una vez más,
José amigo
No me despido, porque no tengo tiempo; debo actuar ahora mismo, debo hacer lo que debí hacer en su momento, se que entenderás, y que estarás de mi lado, no puedo dejar ir lo mejor que me ha pasado, tal vez no tenga oro para cuidar de su amor, pero sin duda soy un hombre de honor y le daré el respeto y cariño que siempre ella ha merecido, me la llevare del pueblo en la madrugada antes de su boda, esto nos dará tiempo suficiente para huir, empezaremos de nuevo juntos y te aseguro amigo que seremos muy felices,
Tu amigo Rodrigo
José--Gritó Don Simón—Este se guardó la carta en el bolsillo---Sabes dónde está tu amigo
No Don Simón no lo sé—Le dijo José—Pero puedo asegurarle que donde este está con su hija y la está haciendo feliz—Le sonrió y levantó su copa en señal de brindis, el cual dirigía en la lejanía a su amigo Rodrigo y su amada Rosa.
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